Ushebtis Amarnicos

Periodo Amarniense

El Periodo amarniense (1353 - 1336 a. C.) designa una etapa de la historia de Egipto durante la cual el faraón Akenatón reinó en su nueva capital, Ajetatón. El nombre árabe del sitio es Tell el-Amarna, de ahí el nombre del periodo amarniense.

En el plano religioso, este periodo estuvo marcado por un conjunto de reformas únicas en la historia del anciano Egipto: "el rey herético" proclamó la supremacía del dios solar Atón, cerró los templos del dios tebano Amón, prohibió el culto de los dioces tradicionales y confiscó los bienes del clero a favor del Estado.

El abandono de la tradición afectó a la iconografía, a la arquitectura, a la prácticas religiosas y en general a la vida intelectual, que se desarrollaba en torno a la religión. El arte amarniense se caracteriza por una representación de los personajes, sobre todo de la familia real, que se califica de expresionista o de caricaturesco. Esta representación contrasta con una representación delicada de la naturaleza, un naturalismo donde abundan las plantas, las flores y los animales.

Amarna.

Antecedentes

La dinastía XVIII había encumbrado el culto a Amón, ya que se consideraba que su ayuda había sido crucial para expulsar a los odiados hicsos. El clero de Amón de Karnak asumió tal poder político que llegó a decidir la legitimación de los farones. La amenaza que suponía para la monarquía comenzó a ser combatida por Amenofis II, que decidió oponerse al clero de Amón favoreciendo al de Heliópolis; Tutmosis recupera el culto solar, levantando un templo a Atón-Ra en Karnak y favoreciendo los templos de Heliópolis y Giza. Pero la divinidad principal seguía siendo Amón. Estos faraones intentaban evitar la supremacía de la clase sacerdotal tebana apoyando a los otros templos.

Cuando Neferjeperura Amenhotep fue coronado, Egipto era un país próspero pero el clero de Amón había ido usurpando rentas y poder de forma excesiva. El nuevo faraón dedicó sus esfuerzos a anular ese poder, y para ello decidió seguir la política paterna y apoyar a Atón. Amenhotep no era el príncipe destinado a ser heredero, y había vivido en el palacio de Malgatta, en Tebas, con su madre, originaria de Heliópolis. Su primer acto político fue el ser proclamado faraón en Hermonthis en lugar de Karnak. Se sabe que construyó en Karnak cuatro templos para el dios Atón, pero la destrucción sistemática de su obra no ha dejado restos de ello. Permanecen algunos relieves del disco solar extendiendo sus rayos terminados en manos y el nombre de Atón dentro de un cartucho, lo que le asocia con la realeza.

Ruptura

Amenhotep decidió celebrar su festival Sed el año 4 de su reinado, algo desusado ya que estaba destinado a realizarse el año 30 del reinado, aunque solía adelantarse algo. Amenhotep y Nefertiti aparecen en las imágenes como encarnaciones de Ra y Hathor, divinidades solares.

Ese mismo año Amenhotep abandonó Tebas, la capital religiosa, y edificó su nueva capital en un lugar desértico del Egipto Medio, en Tell el-Amarna: Ajetatón, El Horizonte de Atón. La corte, al igual que la cancillería real se trasladaron a Ajetatón y los notables que siguieron al rey a su nueva capital e hicieron cavar sus tumbas en los acantilados que rodean el lugar.

Ajetatón fue construida entre Menfis, centro administrativo, y el Tebas, centro espiritual; Amenhotep cambia su nombre por el de Ajenatón, Aquel que es agradable a Atón, y se declara único interlocutor de Atón, al que declara dios único para eliminar todo tipo de injerencia de la clase sacerdotal.

Ajetaton

Los restos de la ciudad han sido estudiados por distintas espediciones arqueológicas dirigidas sucesivamente por Flinders Petrie, Howard Carter, N.G Davies, L. Borchart y B.J. Kemp. La ciudad no tiene una planificación cuidada.

Los edificios oficiales se levantaron a los lados de la Vía Real, una avenida que cruzaba la ciudad hasta el extremo norte, donde se encontraba el fuertemente amurallado Palacio de la rivera norte, el palacio real. En las cercanías hay vivendas lujosas y un gran almacén. En el extremo sur de la ciudad estaba el templo de Atón: la avenida se recorría para cumplir con el culto, sustituyendo a los recorridos por el Nilo que se hacían para cumplir con los otros dioses. En las estelas que marcan los límites de la ciudad se hace constar la elección del lugar por Atón.

Mapa de Ajetatón.

Arte

La iconografía de la época supone una ruptura con la tradicional: del hieratismo que representaba la majestad del rey se pasa a una representación naturalista que no duda en marcar deformidades: vientre abultado, caderas anchas. Destacan la transparencia de las ropas, tanto femeninas como masculinas.

Durante el reinado de Amenhotep III los artistas habían comenzado a utilizar un estilo realista en los retratos del faraón y la reina Tiy, así como a representar a Atón de forma abstracta y no en figura. En la época amarniana se dieron tras periodos:

- En los primeros años se exageraron las formas, llegando incluso a la caricatura, con rasgos casi deformes,

- Siguió una época de suavización de ese estilo,

- Al final del reinado las representaciones se acercaron a las tradicionales, en un estilo mucho más suavizado.

Materiales y colores

Se utilizan los tradicionales: piedra, madera, marfil, alabastro. Se hacían en varias piezas ensambladas, a veces de distintos materiales. Debido a esto, y a la destrucción que los faraones siguientes ordenaron, pocas piezas nos han llegado completas. 

El deterioro de las estatuas y del resto de objetos no permite ver con claridad los colores originales, pero parece que en este aspecto sí se mantuvo la tradición: se usaba el blanco, amarillo, verde, marrón y negro con su significado simbólico tradicional.

Arquitectura

La arquitectura se volcó en la construcción de la nueva ciudad, Ajetatón. El emplazamiento elegido estaba en la orilla derecha del Nilo, entre Tebas y Menfis. Se trata de un valle de 12 kilómetros de longitud por cinco de ancho, en un semicírculo de acantilados que al norte y sur llegaban hasta el río. La ciudad se planeó con un barrio oficial en el centro, con una calzada real que unía los principales edificios.

Escultura

El arte que surge en este periodo es un arte expresionista, antinaturalista y simbólico. Contiene en él un factor muy importante que va a determinar el ARTE: el poder de la creación, tanto masculino como femenino: de ahí que el escultor plasme el carácter hermafrodita en las representaciones del faraón de entonces en adelante. Este hermafroditismo se denota en el modo en que se representa al faraón en algunas esculturas e incluso pinturas; con las caderas anchas, el vientre abultado, vislumbrados ligeramente los pechos, etc. Se trata de una anatomía simbólica, de rasgos exagerados y facciones alargadas que denotan la clara estilización de las figuras. Es por tanto un arte mental, no naturalista.

Nefertiti.

Relieves

Mantiene los rasgos estéticos generales, con tres características:

- se colocan dos líneas horizontales en el cuello,

- el pie tiene marcados los cinco dedos,

- se indica el ombligo con una línea horizontal.

Mantiene la tradición de representar en un mayor tamaño al faraón que al resto de personajes, con una característica curiosa: Nefertiti va aumentando de tamaño con el paso del tiempo, lo que podría indicar bien la tendencia a abandonar esta costumbre, bien la mayor influencia política que la reina adquiría de forma gradual.

Las estelas se trabajan mediante el relieve rehundido, tanto en las figuras como en los jeroglíficos. Estos no estaban muy cuidados.

Otra manifestación artística fueron los talatat, bloques de piedra arenisca de 50x50x22 cm. utilizados para la construcción de los templos de Karnak y en Ajetatón, que fueron reutilizados al ser destruidos los monumentos. Tienen relieves de Ajenatón y Nefertiti, temas florales y escenas de la vida cotidiana en la ciudad.

Akenaton como esfinge oferente.

Pintura

En la pintura comienzan a realizarse grandes composiciones, en contraposición a los registros sueltos que se pintaban hasta entonces, y se destaca el color que predomina sobre el dibujo. La familia real aparece en escenas de la vida doméstica cotidiana, y se les representa con los cráneos alargados y las manos y pies bien diferenciados. Los paisajesson naturalistas, perdiendo fuerza el uso de convencionalismos.

Princesas del periodo de Amarna.

El culto funerario en el Periodo Amarnico

En el culto al Atón, las escenas funerarias ya no portan la imagen de Osiris, ni tampoco hacen referencia a la momificación. En cambio, las paredes de las tumbas fueron decoradas con imágenes del Akenatón y su familia junto con el Atón, en vez de las tradicionales pinturas del muerto junto con Osiris.

Al parecer el mito de la resurrección fue borrado o al menos modificado drásticamente en su significado original: la resurrección ocurría en forma diaria, cada vez que el sol salía por el este para hacer su viaje estelar y ocultarse finalmente por el oeste. Ahora las tumbas estaban orientadas al naciente, al origen del Atón como lo demuestran las ubicaciones de las tumbas reales en la abandonada ciudad de Amarna, totalmente opuesto a la necrópolis tebana, situada en la margen occidental del río Nilo.

Todo hace suponer en un cambio fundamental en el credo, el derecho a la existencia en el más allá, ya no era regulado por Osiris, obteniendo el derecho a la existencia post-mortem mediante el cumplimiento de los deberes de los tradicionales dioses.

Durante el reinado de Akenatón, la existencia más allá del deceso, dependía del seguimiento del difunto de las enseñanzas y preceptos dictados por Akenatón. En qué forma y contenido, está oculto a nuestros ojos, ya que las imágenes de las tumbas no muestran ni indican nada más.

Antecedentes del culto funerario

Si consideramos el lapso de tiempo en el que se desarrolló la cultura y la religión en el Antiguo Egipto, veremos que desde antes de la reunificación de las Dos Tierras por el mítico Narmer (alrededor del 3100 a. C.) hasta el reinado del faraón herético Akenatón (cerca del 1353 a. C.) más de 1500 años de transcurso de historia egipcia habían ocurrido, y al contrario de lo que la mayoría de los pensadores, tanto la cultura como la religión habían evolucionado adoptando tanto costumbres como innovaciones de otros pueblos. No obstante ello, ha existido un hilo conductor envolviendo a la religión egipcia: el mal llamado culto de los muertos.

Mal llamado así, porque el culto concretamente trataba de saltar de alguna manera el hecho de la muerte, creando todo un nuevo mundo existente más allá.

Décimos que es un hilo conductor, porque si hay algo que precisamente tienen en común la religión egipcia en tiempos del predinástico hasta los reinados de la dinastía XVIII, es precisamente el culto al más allá. Desde las mastabas de las primeras dinastías, pasando por las grandiosas construcciones de las dinastías IV y V, hasta las más modestas pirámides que le siguieron hasta llegar a los hipogeos del Imperio Nuevo, todos son enormes elementos que demuestran la profunda creencia en una existencia traspasando la muerte terrenal. La profusión de recursos materiales y humanos usados por los faraones y a posteriori por el resto de la sociedad egipcia, es un testimonio elocuente de la fuerza en la creencia del mundo existente después de la muerte.

Comentábamos anteriormente que la religión misma sufre una evolución, conforme a cambios que surgen fundamentalmente en la sociedad del Antiguo Egipto; y el culto al más allá también tiene cambios.

El culto funerario y los ushebtis

Primeramente el terreno del más allá estaba reservado solamente al faraón en los inicios del culto funerario, ya en tiempos pre-dinásticos; como un ser divino, su muerte representaba una similitud con la muerte de Osiris, asesinado por su hermano Seth, resucitado por la magia de su esposa Isis y vengado por su hijo Horus. El rito de la momificación está íntimamente vinculado al mito de Osiris y su resurrección.

Segundo, el culto evoluciona, al hacer lugar en el más allá a personalidades distintas del rey; aquellos sujetos que, por su ubicación dentro de la jerarquía estatal, ejercían un poder político y económico adjunto al rey, como ser visires, tesoreros reales, jefes militares, etc.; sujetos que no sólo tenían una posición de decisión dentro del gobierno del faraón, sino que también contaban con los recursos para afrontar tamaño gasto en la construcción de la morada de eternidad (la tumba) así también como en la momificación que implicaba una significación de gastos en ataúd de madera (escasa en un país desértico como Egipto), esencias y telas.

Tercero, el traslado al más allá no era en solitario, sino que el viaje se hacia con toda una parafernalia de servidores, utensilios y alimentos para una existencia señorial en el reino de los muertos. En las primeras dinastías, el viaje del faraón al más allá era acompañado por un grupo de servidores, muertos a modo de sacrificio al momento del entierro del rey, como bien lo demuestran los restos encontrados en las excavaciones en Abidos (la necrópolis de los reyes de la primera dinastía) llevados a cabo por Werner Kaiser y apuntado correctamente por Kathryn Bard (The Oxford history of Ancient Egypt, editado por Ian Shaw, Oxford University Press, 2000).

Únicamente en los entierros de los reyes de la dinastía I se han encontrado restos humanos a modo de sacrificios: jóvenes hombres y mujeres fueron muertos aparentemente para acompañar al rey y brindar su servicio en el otro mundo, por ejemplo el faraón Dyer es quien tuvo mayor cantidad de restos humanos; pero no fueron estos los únicos restos encontrados, restos de perros, leones, y otros animales junto con utensilios de cobre, cerámica, etc.

Por alguna razón desconocida, después de la dinastía I, la práctica de enterrar servidores junto con el rey fue dejada de lado, dando un giro hacia la creación de pequeñas estatuillas a modo de reemplazo.

Así en el Imperio Medio era común incorporar a la tumba un conjunto de estatuillas que reflejara la vida cotidiana del egipcio, con ganado, pastores, etc.

Hacia el Imperio Nuevo aparecen unas estatuillas que se confeccionaban de materiales varios como ser madera, fayenza y caliza, se les daba una forma parecida al modelo real, los ushebti. Estas estatuillas estaban destinadas a convertirse en los servidores del faraón una vez ingresado en la vida después de la muerte. Por lo general contenían una breve frase a modo de invocación mágica, que al pronunciarse, se suponían que tenían el suficiente poder mágico para transformarse en real y concreto. Así los ushebti hacían referencia a los distintos oficios que se suponía el rey necesitaría en su existencia en el reino del más allá. Esta costumbre resultó ser de importantísimo valor a la hora de dimensionar los hallazgos de los arqueólogos, al ser un elemento de prueba importante sea desde la existencia de un faraón, como ser de su entierro, ajuar, etc.

Akenaton (1353 - 1336 a. C)

Akenatón, fue el décimo faraón de la dinastía XVIII. Su reinado está datado en torno a 1353 - 1336 a. C. y pertenece al periodo denominado Imperio Nuevo de Egipto. Hacia el cuarto año de su reinado, cambió su nombre a Neferjeperura Ajenatón. 

Es célebre por haber impulsado transformaciones radicales en la sociedad egipcia, al convertir al dios Atón en la única deidad del culto oficial del Estado, en perjuicio del, hasta el momento, predominante: el culto a Amón. Dichos cambios se desarrollarían a lo largo de varios reinados después del suyo y se detendrían con el fin de la dinastía. Es el primer reformador religioso del que se tiene registro histórico. Con todo, su reinado no sólo implicó cambios en el ámbito religioso, sino también reformas políticas y artísticas.

Aunque tardíamente descubierto y todavía poco conocido, está considerado por muchos historiadores, arqueólogos y escritores, como uno de los faraones más interesantes .

La Dinastía XVIII vivió un periodo histórico de excepcional importancia en Egipto. Liberado del yugo de los gobernantes hicsos, la tierra de los faraones se convirtió en una potencia militar al dominar los territorios aledaños: por el sur, a la vecina Nubia, abundante en minas de oro y puerta de acceso fluvial al África negra, con sus riquezas en forma de marfil, pieles y maderas; y, por el norte, a Siria y Canaán, con Gaza y Fenicia, donde Egipto se podía aprovisionar de telas, maderas y diversos minerales.

Como consecuencia, Kemet (Egipto) se convirtió en un país sumamente opulento y los faraones se volcaron en promover grandes construcciones y embellecer el país. Muchos estudiosos estiman que durante el reinado de Amenhotep III, padre de Akenatón, Egipto alcanzó su mayor cota en términos económicos. Akenatón heredó, pues, un estado en muy buena posición financiera y económica, que el faraón utilizó para sus fines políticos.

Akenatón no figura como sucesor en ningún documento ni monumento de la época, lo que apoya la teoría de la prematura muerte del príncipe heredero Tutmose; en este sentido, los egiptólogos afirman que el joven príncipe Amenhotep (Akenatón) fue ascendido a corregente en los últimos años de reinado de su padre. Se cree que su residencia estaba en la ciudad de Tebas, lugar donde en sus primeros años contribuyó a la construcción de diversos templos. 

Akenatón ascendió al trono en torno a 1353 a. C., y tomó como nombre Neferjeperura Uaenra ‘’Hermosas son las manifestaciones de Ra, Único en Ra’’.

De los restos encontrados de este periodo en los yacimientos arqueológicos, se deduce que el reinado de Akenatón tuvo una duración aproximada de 17 años. Después del decimoséptimo año de reinado no se encuentran ya etiquetas de las ánforas y demás enseres de los palacios y almacenes reales. Tampoco se ha encontrado, hasta el momento, referencia alguna al reinado de Akenatón pasado dicho año en ningún utensilio o cerámica.

Existe dudas, planteadas por historiadores y egiptólogos, en cuanto a si la duración del reinado incluye el período de corregencia. Mientras algunos estiman que el periodo de 17 años es de reinado en solitario de Akenatón, otros consideran el período de corregencia de Akenatón con su padre como parte integrante de esta etapa de 17 años. 

Muchas son las figurillas que han llegado hasta nosotros de este soberano egipcio (más de 200), aunque casi todas ellas incompletas o fragmentadas (solo existe una completa conocida).

Los ushebtis descubiertos en la tumba real de Akenatón en Tell el-Amarna, nos muestran unas estatuillas funerarias que ya no llevaban inscrito en su parte frontal el capítulo VI del ''Libro de los Muertos''. Este cambio entraba en la teología innovadora del rey ''herético'' que se abstenía de toda fe en Osiris, el dios del Más Allá por excelencia. Ahora podemos ver inscripciones que ensalzan e invocan la figura del disco solar: Atón, como único símbolo de resurrección o simplemente aparecen representados los títulos y nombres del difunto (normalmente en posición vertical).

Iconográficamente, las figuras ya no portan entre sus manos los utensilios típicos de labranza (azadas, picos y saquitos para el grano). Por lo general los ushebtis de Akenatón aparecen representados con un amuleto ankh (símbolo de la vida) en su lugar. En otras ocasiones el amuleto ankh es sustituido por el cetro Nejej y el cetro Keka (símbolos de la realeza).

Dos tipos de tocados son los utilizados en la representación de estas figurillas. Por una parte podemos ver el ya conocido tocado ''Nemes'' y por otra parte el tocado ''Afnet''. En los dos casos, dichos tocados aparecen complementados por la cobra Uraeus (símbolo protector de la realeza).

De forma frecuente podemos ver que los ushebtis del faraón aparecen representados con la barba postiza (barba osiríaca). Cosa que nos plantea una contradicción, ya que la representación de dicha barba, era utilizada por los faraones en las grandes ocasiones por su identificación con Osiris (recordemos que la religión monoteísta se abstenía de toda fe en Osiris).

Los materiales utilizados en la elaboración de los ushebtis de Akenatón son muy diversos, los más utilizados fueron: Granito, Serpentina, Piedra caliza, Fayenza y piedra Arenisca entre otros.

Este es uno de los únicos ushebtis conocidos conservado intacto y completo. Aunque la mayoría de los ushebtis reales se representan con el tocado "nemes", muchos de los ushebtis de Akenaton aparecen tocados con un cubre cabeza conocido como el "Afnet". La figura aparece representada también con barba ceremonial. De aspecto momiforme porta los brazos cruzados sobre el pecho. La pieza aparece inscrita con los títulos y nombres del rey.

Localización Actual: Metropolitan Museum Of Art (Nueva York).

Nº de inventario: 1982.50.

Datación: XVIII Dinastía.

Sitio: Tell El- Amarna.

Material: Granito.

Técnica: Tallado - Esculpido - Incisión.

Alto: 27 cm.

Ancho: ? cm.

Profundidad: ? cm.

La cabeza de ushebti revela todas las características del rostro de Akenaton. Lleva el tocado llamado ''afnet'', un cubre cabeza que se abre detrás del cráneo en saco redondo y con un apéndice que falta aquí. Falta la cabeza de una gran uraeus. Los ushebtis descubiertos en la tumba de Ajenatón en Tell el-Amarna muestran que estas estatuillas funerarias ya no llevaban el capítulo 6 del ''Libro de los Muertos''. Este cambio entraba en la teología innovadora del rey ''herético'' que se abstenía de toda fe en Osiris, el dios del Más Allá por excelencia.

Localización Actual: KMKG - MRAH (Bruselas).

Nº de inventario: E8050.

Datación: XVIII Dinastía.

Sitio: Tell el-Amarna.

Material: Caliza.

Técnica: Tallado - Esculpido.

Alto: 5 cm.

Ancho: 5,5 cm.

Profundidad: 5,5 cm.

Se conocen más de 200 fragmentos de ushebtis inscritos de Akenaton, y su existencia sugiere que la creencia en el más allá, y ciertos aspectos de las prácticas funerarias tradicionales sobrevivieron durante el período de Amarna. Sin embargo, los ushebtis de Akenaton solo portan inscrito los títulos y nombres del soberano.

Este fragmento de ushebti muestra al rey sosteniendo dos Ankh en lugar de las azadas tradicionales de estas figuras. También lleva una peluca tripartita y barba ceremonial. El "sfumato" de los ojos, en los que se indica sólo un mínimo de detalle, son una característica frecuente del arte funerario del periodo de Amarna.

Localización Actual: Metropolitan Museum Of Art (Nueva York).

Nº de inventario: 47.57.2.

Datación: XVIII Dinastía.

Sitio: Tell El- Amarna.

Material: Cuarcita.

Técnica: Tallado - Esculpido - Incisión.

Alto: 14,7 cm.

Ancho: 8,4 cm.

Profundidad: 5,5 cm.

Nefertiti (1370 - 1330 a. C.)

Nefertiti (1370 - 1330 a. C.), fue una gran reina de la dinastía XVIII, Gran Esposa Real de Akenatón. Su nombre egipcio, se traduce como ‘’Bondad de Atón, la bella ha llegado’’.

Su belleza fue legendaria, pero tras su imagen sublime, parece que su papel político y religioso en el desarrollo de la experiencia amarniana fue fundamental.

Su reinado se distingue por la frecuencia con que se realizaron representaciones monumentales que evocaban a la pareja real en la intimidad, y en especial la proximidad de sus hijas (jamás antes de esa época el arte oficial había representado escenas familiares).

No se ha demostrado que sucediera a Akenatón tras su muerte; algunos egiptólogos creyeron que ella fue la que reinó con el nombre de Semenejkar; sería más verosímil hablar de reinado en colaboración parcial entre Akenatón y su gran esposa real. Tampoco se ha podido demostrar que sobreviviera a su real esposo y por lo tanto, que ella fuese Semenejkara.

Los egiptólogos discuten a menudo sobre el papel de Nefertiti en el llamado "Cisma de Amarna", el reinado de Akenatón que revolucionó por completo la sociedad y la cultura egipcia de una manera sin igual. Algunos piensan que se vio arrastrada por el poco saber hacer de su marido, mientras que otros piensan que en realidad ella fue el motor de la mal llamada rebelión.

Sea como fuere, Nefertiti siempre acompañó a Akenatón. Primero, en su traslado de Tebas a Ajetatón, la capital fundada como el reino de Atón sobre la tierra, y después al asumir las funciones de corregente de su marido, cosa única en toda la historia egipcia. Pues, como se acaba de decir, en un determinado momento, Ajenatón decidió elevar del cargo de gran esposa real a Nefertiti, convirtiéndola en reina-faraón a su lado, con el nombre de Neferneferuatón.

Así, en numerosas representaciones aparece Nefertiti representada en igualdad de condiciones respecto a su marido e incluso hay algunas estelas en las que una figura, sin duda la de esta hermosa reina, aparece tocada con la doble corona y dos cartuchos reales en vez de uno. La XVIII Dinastía había traído una nueva Hatshepsut.

Tras el decimocuarto año del reinado de Akenatón, hacia 1336 a. C., se pierde la pista de Nefertiti. Desaparece por completo de los escritos, de los papiros y de los grabados. Algunas hipótesis hablan de una muerte violenta tras la cual su marido habría prohibido que se mencionara su nombre; otros creen que pudo adoptar algún comportamiento que desagradó a los egipcios y que hicieron perder a la reina casi toda su influencia y prestigio e incluso una especie de divorcio. La auténtica razón es difícil de determinar.

La desaparición de Nefertiti coincide con un cúmulo de hechos que sacudieron la familia real entera: la desaparición de la otra esposa de Ajenatón, Kiya, el ascenso de la princesa Meritatón a gran esposa real y la aparición de la fantasmal figura de Semenejkara, el nuevo corregente del faraón. Muchos han querido ver en todo esto el último ascenso de Nefertiti en el poder, pasando de reina-faraón a un faraón masculino. Se suprimiría la posible competencia de Kiya (quien caería en desgracia por causas desconocidas) y dado que todo rey necesita una gran esposa real, quién mejor que Meritatón para sustituir a su madre, ahora rey.

Al morir Akenatón hubo un breve reinado de Semenejkara en solitario, pero fue pronto sucedido por Tutankamon, quizás el hijo de Akenatón y la desdichada Kiya. Se casó con la tercera hija de Nefertiti, Anjesenpaatón. La real pareja debía ser relativamente joven. Algunas teorías sostienen que Nefertiti, que aún vivía, aunque ya privada de la corona, habría influido sobre ellos. Si la teoría fuera cierta, esta influencia, y probablemente su propia vida, acabó en el tercer año del reinado del faraón Tutankamon, en1331 a. C. Ese año fue en el que el faraón renegó del culto “monoteísta” de su padre y manifestándose como partidario del culto de Amón. A la vez, la familia real dejó la ciudad de Amarna y restituyó la capital en Tebas.

De la muerte de Nefertiti nada sabemos.  A todo este embrollo se suma la aparición de Dahamunzu, la reina traidora, que posiblemente fuera una desesperada Nefertiti-Semenejkara que veía tambalear su trono y no se le ocurrió más que pedir ayuda a los tradicionales enemigos de los egipcios, los hititas.

Las diversas identificaciones entre Taduhepa, Nefertiti, Semenejkara y Kiya demuestran la ausencia de informaciones sobre sus respectivas vidas y sólo nuevos hallazgos arqueológicos podrían precisar el papel de estos personajes históricos y la súbita desaparición de Nefertiti.

Prácticamente desaparecidos o inexistentes, en la actualidad solo contamos con un ushebti de la gran esposa real de Akenatón fidedignamente atribuido.

Según algunos egiptólogos, no es del todo cierto que Nefertiti fuese enterrada en Amarna. Nos encontramos un conjunto de cámaras preparadas para ella, aunque no se sabe que ocurrió realmente con su enterramiento, ni si esas cámaras fueron ocupadas por ella.

Algunos especulan que su ajuar funerario, se reutilizó en el enterramiento del faraón Tutankamon. Muestra de ello es el aspecto de algunas piezas encontradas en la tumba del faraón con aspecto de gobernante femenina.

Nos encontramos ante el único ushebti conocido de la Gran Esposa Real de Akenaton. La pieza (fragmento) está realizada en alabastro egipcio y fue localizada en Tell el-Amarna. El fragmento nos deja intuir sus brazos cruzados, portando un cetro Nejej y el cetro Keka (símbolos de la realeza). Una inscripción en posición vertical y resaltada en color negro nos indica que la pieza es un ushebti de una mujer de la familia real. 

Localización Actual: Musée du Louvre (París).

Nº de inventario: AF9904.

Datación: XVIII Dinastía.

Sitio: Tell El- Amarna.

Material: Alabastro.

Técnica: Tallado - Esculpido - Incisión - Pintura.

Alto: 9,8 cm.

Ancho: 7,3 cm.

Profundidad: 6,2 cm.

Ay (1327 - 1323 a. C.)

Jeperjeperura Ay, generalmente denominado Ay, o Ay II, es el penúltimo faraón de la XVIII dinastía egipcia. Gobernó de c. 1327/5 a 1323/1 a. C. Su nombre de coronación fue Jeperjeperura Irimaat Itefnecher Ay, "Eternas son las manifestaciones de Ra, el que hace Justicia". Eusebio de Cesarea lo denominó Kerres.

Se han tejido variadas teorías respecto al origen de Ay. Una de ellas es de una vinculación familiar con la reina Tiye y sus padres: Tuya y Yuya. Pero esta teoría no encuentra un sustento sólido para ser sostenido. Hoy en día los egiptólogos no tienen una opinión concluyente. Si existe coincidencia en afirmar que Ay era originario de la ciudad de Ajmin, al igual que los padres de Tiye.

Actualmente se reconoce a Ay como el progenitor de la reina Nefertiti, la Gran Esposa Real del faraón Akenatón y considerada la "Dadora de Herederos" una condición que denotaba que la sucesión real debía si o si transcurrir por un hijo o hija de dicha reina. Por lo tanto, Ay es considerado como abuelo de las sucesivas princesas que el faraón Akenatón tuvo con Nefertiti: Meketatón, Meritatón, Anjesenpaatón, Setepenra, Neferneferura y Neferneferuatón-Tasherit.

Al finalizar abruptamente el reinado del faraón niño Tutankamón, Ay asciende el trono y desposa a la reina viuda, su nieta:Anjesenpaatón. Este hecho no es considerado bajo un concepto sexual sino meramente político. El casamiento con la última descendiente de la "Dadora de Herederos" es tomado hoy en día como un medio político de legitimar su pretensión al trono.

Ay tuvo otra hija famosa que se convertiría en reina a posteriori: Mutnedymet, quién fue hija de Ay con una segunda esposa llamada Tey.

Los inicios de Ay se remontan al reinado del faraón Amenhotep III de quién fue alto dignatario en su largo reinado. Se estima que los arreglos de la boda entre su hija Nefertiti y el joven príncipe Amenhotep (posteriormente Amenhotep IV) ocurrieron a finales del largo reinado de Amenhotep III. El ascenso de Akenatón a la corregencia junto a su padre implicó la elevación de la joven Nefertiti a esposa del corregente, suceso que indudablemente encumbró a Ay en los más altos niveles de la corte. Seguramente fue partícipe del séquito de cortesanos que acompañaron al faraón Amenhotep III en la celebración de su fiestas Heb Sed en su palacio de Malkata cercano a Tebas.

Durante el reinado del faraón hereje Akenatón, Ay es nombrado como "Padre del Dios" una fórmula para denotar su extrema cercanía en términos familiares con el faraón.

En su posición encumbrada fue testigo del ascenso del faraón Amenhotep IV, la implantación de la religión de Atón, la radicalización del régimen, el abandono de Tebas, la inauguración de Ajetatón, la recepción de embajadores extranjeros y vasallos del año 12 del reinado de Akenatón, el fallecimiento de la reina madre Tiye, el de su hija Nefertiti y varias de sus nietas. El ascenso del corregente Semenejkara, la muerte de Akenatón y Semenejkara a posteriori, la entronización del joven príncipe Tutanjatón y su prematura e inesperada muerte. En síntesis fue un testigo clave de todo el interregno de Amarna, también denominado Período de Amarna.

El retorno a la ortodoxia religiosa es intensificada una vez ascendido el faraón-niño Tutankamón. Este proceso de vuelta al cauce tradicional implicó no solo la mudanza de la capital del país (de Ajetatón a Tebas), sino el abandono y traslado de la necrópolis, dependencias oficiales, etc. Dada la condición de infante del monarca, se supone que el gobierno descansaba en dos altos funcionarios heredados del período de Amarna: Horemheb y Ay.

La muerte de Tutankamón fue súbita e inesperada. Algunos egiptólogos abonan la teoría de un breve interregno tomando como fundamento el «caso Dahamunzu» y la quiebra de la línea sucesoria. La ascensión del cortesano Ay al cargo de faraón se da por su cercanía a la familia reinante y la ausencia de Horemheb en campaña militar en el extranjero. Estos factores (la vacancia real inesperada, la ausencia de oponentes de peso en la corte, las acechanzas de potencias extranjeras, etc.) hacen factible que Ay salga de su papel secundario de cortesano para ascender al trono.

Otros egiptólogos descartan de plano la teoría basándose en los murales de la tumba de Tutankamón donde se observa a Ay, con las vestimentas de sacerdote Sem revestido de piel de leopardo, donde ejecuta el rito de "Apertura de la boca" a la momia del faraón difunto. Es una clara mención de Ay como sucesor designado de Tutankamón. Si el proceso de entierro del faraón muerto duraba aproximadamente 70 días, es evidente que la sucesión fue finiquitada muy brevemente sin lugar a un interregno.

En virtud de ser el familiar más directo a la familia real, y también el visir de Egipto, se desposó con su propia nieta, la viuda Anjesenamón, cuando aún no se había cerrado la tumba de Tutanjamón. Si consideramos que Ay era de edad madura al momento de ascender al trono, todo hace suponer que el enlace matrimonial con la reina-viuda es un proceso eminentemente político con la intención de evidenciar una continuidad con la dinastía reinante y legitimar su posición de faraón.

El reinado de Ay está dedicado profundamente a cerrar las heridas que el interregno de Amarna había provocado en todas las facetas del estado: recomponer las jerarquías de la burocracia estatal, la restauración de los templos de los dioses proscriptos, el dominio de los estados vasallos, etc.

Dada la edad avanzada de Ay, su reinado estaba destinado a ser breve. Se conoce la presencia de un alto funcionario llamado Najtmin (o Mintnaj), quién posiblemente fue hijo de Ay. La pronta muerte de Ay hizo desaparecer de la historia a dicho personaje quién potencialmente pudiese haber sido un sucesor real.

A la muerte de Ay, el general Horemheb asciende a faraón. El nuevo rey se casó con la hija de Ay y Tey, Mutnedymet, la hermana de Nefertiti, para legitimar su ascenso y cortar el camino a la candidatura de Najtmin, el hijo de Ay. Al subir al trono gobernó con mano de hierro, y ordenó borrar de la lista real todos los reinados anteriores que eran directamente causantes de la crisis de Amarna, a saber: Ajenatón, Semenejkara, Tutanjamón y Ay.

Ay fue enterrado en el Valle de los Monos, el gran ramal occidental del Valle de los Reyes, cerca de la tumba de su cuñado Amenhotep III. La tumba, conocida como WV23, es de dimensiones modestas en comparación con otras tumbas reales, y se cree que Ay la usurpó a Tutanjamón. Su momia es una de las pocas de los faraones del Imperio Nuevo que aún no se ha hallado.

Escasos son los ushebtis que han llegado hasta nuestros días de este soberano. Una de las pocas piezas que se conservan, es esta bella figura de 22.7 cm (colección particular) fechada sobre el 1360 a.C - 1330 a.C. La figura de exquisita manufactura, está elaborada en vivos colores. Aparece representada en posición momiforme, con los brazos cruzados a la altura del pecho. Como es común entre los ushebtis del periodo amarnico, la pieza no porta utensilios de labranza entre sus manos ni barba osiríaca. La figurilla aparece tocada con peluca tripartita de lineas incisas en esmalte azul y ochos franjas horizontales de textos jeroglíficos. En ellos podemos ver inscrito el capítulo VI del Libro de los Muertos, así como el nombre y títulos del difunto. En una parte del texto podemos leer: ''El Dios padre Ay''.

Localización Actual: Colección particular.

Nº de inventario: ?.

Datación: XVIII Dinastía.

Sitio: Tell el-Amarna.

Material: Fayenza.

Técnica: Fayenza - incisión - pintura - escritura con caña.

Alto: 22,7 cm.

Ancho: ? cm.

Profundidad: ? cm.

Otros ushebtis Amarnicos

Ushebti para Isis

Ushebti de una mujer llamada Isis que sirvió algún tipo de función para el dios Atón. Fechado entre los años 1353 - 1336 a. C., está elaborado en piedra caliza. La figura aparece representada con peluca doble totalmente lisa, rematada con unas especies de anudaciones. 

Los brazos se representan cruzados sobre el pecho portando algún tipo de amuleto sin definir (tapado en parte por la peluca). Un collar de dos vueltas aparece representado sobre su cuello. En parte frontal nos muestra una inscripción jeroglífica (vertical) en la que aparece el nombre de la dama en cuestión (Isis). Sus rasgos faciales muy expresivos y de semblante serio aparecen bien definidos: boca, nariz, cejas y unos grandes ojos.

Localización Actual: Metropolitan Museum Of Art (Nueva York).

Nº de inventario: 66.99.38.

Datación: XVIII Dinastía.

Sitio: Tell el-Amarna ?.

Material: Piedra caliza.

Técnica: Tallado - Esculpido.

Alto: 21,3 cm.

Ancho: ? cm.

Profundidad: ? cm.